¿Cómo estamos educando a las nuevas generaciones?

Desde hace varios años me ha inquietado el tema de la educación, el cómo están creciendo las nuevas generaciones. Veo dos caminos opuestos: uno lleno de luz, de consciencia, guiado por unos padres y un entorno «despierto» (conectado con el ser y la unidad); el otro camino, es el del miedo, donde reina la competencia, el poder, la ambición y el dinero. La dualidad presente, luz y oscuridad.

No tengo hijos pero creo que eso no me exime de la responsabilidad de actuar, ni me hace menos capacitada para hablar. Gracias a Dios he tenido la oportunidad desde hace 3 años de facilitar talleres de desarrollo de habilidades y competencias sociales dirigidos a estudiantes universitarios entre los 18 y 25 años; Como coach los observo y escucho, los leo «entre líneas», a veces los siento tan fuertes y listos para salir a enfrentar el mundo laboral y otras veces los siento tan frágiles y temerosos. Y no, porque no sean inteligentes y no estén preparados académicamente, sino porque están tan desprovistos de herramientas emocionales que les permitan ser los líderes de su historia y de sus sueños profesionales.

Durante décadas la educación ha girado entorno a capacitar intelectualmente u operativamente a las personas. Los padres víctimas de sus miedos y frustraciones ponen todos sus esfuerzos económicos en que estudien en un colegio (o universidad) que los haga competitivos, que «les garantice un futuro» (lo pongo en comillas porque hace parte de un discurso que he oído reiteradamente), que tenga mas de dos idiomas, que prepare para la prueba/test del Estado (En Colombia, es la que da acceso a determinadas carreras profesionales y universidades) , que le de estatus social (el círculo social del colegio será determinante en las oportunidades laborales y económicas del futuro adulto), cuánta presión!

En mi época, iba al pre-escolar a jugar, untarme plastilina, a dibujar, a interactuar con otros niños. Ahora, en el pre-escolar el niño sale con un diploma de físico nuclear! Estamos formando robots, robándoles la infancia, la capacidad de soñar, de divertirse y disfrutar lo básico (explorar un jardín y jugar con lombrices, por ejemplo), los tenemos metidos en una carrera por la excelencia (la impuesta por la sociedad, la de llegar a CEO de una multinacional), la acumulación de conocimientos, educándolos en el hacer y en el tener, metiéndoles el cuento de que ese es el camino de la felicidad, o mejor que esa es la felicidad: los carros, la casa, la finca, el yate, el avión, etc., absortos en un mundo completamente material.

Bueno, ese era el vaso medio vacio, ahora va el vaso medio lleno.

En el sabio equilibrio del Universo, están tomando fuerza pequeños movimientos o comunidades, que creen que la salvación de este mundo está en educar al ser en el ser. Iniciar una exploración hacia dentro, brindarle herramientas a los niños para que se identifiquen, acepten y quieran (en ese orden, porque si no sé quien soy, no hay forma de que me acepte, y de la aceptación se desprende el amor propio y la compasión). Cuando me descubro, abro el camino hacia el propósito de mi vida, es decir, hacia la felicidad, la auténtica, esa que da vivir con sentido.

La responsabilidad como padres, maestros y sociedad es mayor, debemos acompañarlos y guiarlos en la expresión y gestión de sus emociones, y eso nos exige un trabajo interior en el mismo sentido, ser coherentes, dar ejemplo. El reto es criar seres íntegros, autónomos, éticos y conscientes en todos los aspectos; compasivos y solidarios en lo social, comprometidos y activistas en lo ecológico y lo político.

La entrevista a Ken Robinson en La Vanguardia, nos pone a reflexionar, debemos cambiar el rumbo de la educación actual, impulsar y motivar a los niños en sus procesos de aprendizaje, desde la creatividad, en libertad, permitirles soñar. Existen dos ejemplos que me llenan de fe: James Rodríguez el jugador de fútbol colombiano que se destacó en el Mundial de Brasil, siempre ha recibido el apoyo de sus padres (mama y padrastro) para realizar su sueño, jugar fútbol profesionalmente, sus habilidades fueron estimuladas y desarrolladas en pro de ese deseo, hoy con 23 años lo ha fichado el Real Madrid, el equipo del que es fanático desde niño. La otra historia que me emociona, es la de Fernando Montaño, un colombiano nacido en el Chocó una de las regiones con mas pobreza y necesidades de Colombia, su familia vio en él habilidades para la danza, y a pesar de no tener los medios económicos, luchó para que Fernando tuviera la oportunidad de formarse en esa disciplina en que era especial, ahora está adportas de ser el primer bailarín del Royal Ballet de Londres. (http://www.semana.com/nacion/articulo/estoy-un-paso-de-ser-el-primer-bailarin-del-royal-ballet/397736-3)

En conclusión, regalémosle al mundo mas niños auténticamente felices y menos adultos frustrados. Es nuestra obligación.

Entrevista a Sir Ken Robinson, experto que preconiza un sistema educativo que enseñe a innovar.

«La creatividad se aprende igual que se aprende a leer»

Tengo 60 años: irrelevantes cuando eres capaz de crear como un niño, y todos somos capaces si queremos. Nací en un barrio humilde de Liverpool, como los Beatles, creativos sin escuela. No soy buen gregario, así que no tengo partido, pero sí política. Colaboro con el Foro HSM

Un día visitando un cole vi a una niña de seis años concentradísima  dibujando. Le pregunté: «¿Qué dibujas?». Y me contestó: «La cara de Dios».
¡. ..!
«Nadie sabe cómo es», observé. «Mejor – dijo ella sin dejar de dibujar-,ahora lo sabrán».

Todo niño es un artista.
Porque todo niño cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen ningún miedo a equivocarse… Hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él.

Los niños también se equivocan.
Si compara el dibujo de esa niña con la Capilla Sixtina, desde luego que sí, pero si la deja dibujar a Dios a su manera, esa niña seguirá intentándolo. El único error en un colegio es penalizar el riesgo creativo.

Los exámenes hacen exactamente eso.
No estoy en contra de los exámenes, pero sí de convertirlos en el centro del sistema educativo y a las notas en su única finalidad. La niña que dibujaba nos dio una lección: si no estás preparado para equivocarte, nunca acertarás, sólo copiarás. No serás original.

¿Se puede medir la inteligencia?
La pregunta no es cuánta inteligencia, sino qué clase de inteligencia tienes. La educación debería ayudarnos a todos a encontrar la nuestra y no limitarse a encauzarnos hacia el mismo tipo de talento.

¿Cuál es ese tipo de talento?
Nuestro sistema educativo fue concebido para satisfacer las necesidades de la industrialización: talento sólo para ser mano de obra disciplinada con preparación técnica jerarquizada en distintos grados y funcionarios para servir al Estado moderno.

La mano de obra aún es necesaria.
¡Pero la industrialización ya no existe! Estamos en otro modo de producción con otros requerimientos, otras jerarquías. Ya no necesitamos millones de obreros y técnicos con idénticas aptitudes, pero nuestro sistema los sigue formando. Así aumenta el paro.

Pero se nos repite: ¡innovación!
La piden los mismos que la penalizan en sus organizaciones, universidades y colegios. Hemos estigmatizado el riesgo y el error y, en cambio, incentivamos la pasividad, el conformismo y la repetición

No hay nada más pasivo que una clase.
¿Es usted profesor, verdad? Las clases son pasivas porque los incentivos para estar calladito y tomar apuntes que repetirá son mayores que los de arriesgarse a participar y tal vez meter la pata. Así que, tras 20 años de educación en cinco niveles que consisten en formarnos para unas fábricas y oficinas que ya no existen, nadie es innovador.

¿Cuáles son las consecuencias?
Que la mayoría de los ciudadanos malgastan su vida haciendo cosas que no les interesan realmente, pero que creen que deben hacer para ser productivos y aceptados. Sólo una pequeña minoría es feliz con su trabajo, y suelen ser quienes desafiaron la imposición de mediocridad del sistema.

Tipos con suerte…
Son quienes se negaron a asumir el gran error anticreativo: creer que sólo unos pocos superdotados tienen talento.

«Sé humilde: acepta que no te tocó».
¡Falso! ¡Todos somos superdotados en algo! Se trata de descubrir en qué. Esa debería ser la principal función de la educación. Hoy, en cambio, está enfocada a clonar estudiantes. Y debería hacer lo contrario: descubrir qué es único en cada uno de ellos.

¿La creatividad no viene en los genes?
Es puro método. Se aprende a ser creativo como se aprende a leer. Se puede aprender creatividad incluso después de que el sistema nos la haya hecho desaprender.

Por ejemplo…
Soy de Liverpool y conozco el instituto donde recibieron clases de música mi amigo sir Paul McCartney y George Harrison… ¡Dios mío! ¡Ese profesor de música tenía en su clase al 50 por ciento de los Beatles!

Y…
Nada. Absolutamente nada. McCartney me ha explicado que el tipo les ponía un disco de música clásica y se iba a fumar al pasillo.

A pesar del colegio, fueron genios.
A Elvis Presley no lo admitieron en el club de canto de su cole porque «desafinaba». A mí, en cambio, un poliomielítico, me admitieron en el consejo del Royal Ballet…

Ahí, sir, acertaron de pleno.
Allí conocí a alguien que había sido un fracaso escolar de ocho años. Incapaz de estar sentada oyendo una explicación.

¿Una niña hiperactiva?
Aún no se había inventado eso, pero ya se habían inventado los psicólogos, así que la llevaron a uno. Y era bueno: habló con ella a solas cinco minutos; le dejó la radio puesta y fue a buscar a la madre a la sala de espera; juntos espiaron lo que hacía la niña sola en el despacho y… ¡estaba bailando!

Pensando con los pies.
Es lo que le dijo el psicólogo a la madre y así empezó una carrera que llevó a esa niña, Gillian Lynne, al Royal Ballet; a fundar su compañía y a crear la coreografía de Cats o El fantasma de la ópera con Lloyd Webber.

Si hubiera hecho caso a sus notas, hoy sería una frustrada.
Sería cualquier cosa, pero mediocre. La educación debe enfocarse a que encontremos nuestro elemento: la zona donde convergen nuestras capacidades y deseos con la realidad. Cuando la alcanzas, la música del universo resuena en ti, una sensación a la que todos estamos llamados.

Publicado en: http://www.lavanguardia.com/lacontra/20101103/54063818455/la-creatividad-se-aprende-igual-que-se-aprende-a-leer.html#ixzz39dgD4Mam

Acerca de coachingconproposito

Economista con experiencia profesional y formación académica en Marketing y Coaching. 24 años ejerciendo como Directora General, de Marketing y Promoción del Talento Digital. Ha liderado con éxito el diseño, articulación y ejecución de proyectos de diversas envergaduras. En los últimos 7 años se ha especializado en el desarrollo de estrategias para el cierre de la brecha de talento digital en la industria tecnológica. Como coach ha acompañado a más de 3.000 jóvenes en sus procesos de inmersión profesional, orientación vocacional y búsqueda del propósito de vida. Orientada al resultado y atraída por el aprendizaje continuo.
Esta entrada fue publicada en Coaching, Historias Apasionantes y etiquetada , , , . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario